Descripción
“Las películas, los programas de televisión, los nuevos medios electrónicos son mucho más que entretenimiento y muchísimo más que simples oportunidades de negocio. Sirven para reforzar o socavar la mayoría de los valores presentes en la sociedad. Como cineastas, la responsabilidad de hacer películas es inmensa, porque jugamos con la mente de las personas y dejamos una impronta de imágenes, mensajes y pensamientos que dura toda una vida”. Así se expresaba hace unos años el productor británico David Puttnam, responsable de títulos como Carros de fuego (1981), Los gritos del silencio (1984) o La misión (1986). Si algo ha marcado la trayectoria profesional de Puttnam ha sido su encendida defensa de la responsabilidad social del cineasta.
Sus películas más conocidas son un ejemplo de cine que inspira y motiva más allá de lo habitual. Puttnam confía en la grandeza del ser humano, porque, en sus propias palabras, “dentro de toda persona existe una lucha interior, y dentro de ella un límite potencial para convertirse en héroe. Hay momentos en la vida de un hombre en que éste debe dar lo mejor de sí mismo”. Por eso, continúa, “mis películas versan sobre personas que luchan por ser mejores y lo consiguen”. Y es ese sentido épico y profundamente humano, lo que ha convertido a Carros de fuego, Los gritos del silencio y La misión en títulos memorables para millones de espectadores en todo el mundo.
Estas páginas abordan –siempre desde la perspectiva de David Puttnam– las claves para entender por qué influyen tanto las películas y por qué los profesionales del cine y la televisión han ser conscientes de este poder. De igual modo, ofrecen un pormenorizado análisis temático y antropológico de sus tres películas más representativas.
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